Nueva literatura
¿En qué se traduce esa modernidad en las formas de
escribir que es la nueva literatura?
El Perkins 4/108 diésel de este Fiat 125 es lento, ruidoso
y confiable. Seguimos la ruta provincial 30, más larga pero evita poblados y
casi no hay tránsito. Navegamos por un
mar ondulante de soja verde azulada bajo el implacable sol de esta mañana en el
temprano verano austral.
--¿Querés jugo? --pregunta mi hija Nadia que me acompaña
camino a Córdoba.
--No, por ahora estoy bien. Menos mal que aun está fresco
--le respondo al recordar que este 125 no tiene aire acondicionado.
--No me comentaste qué te pareció el libro que te regalé,
el de Kerouac, el famoso “En el camino”, es de tu época.
-- ¿Sabes Nadia?, no lo he podido terminar. Fue escrito
bastante antes de que yo viviera eventos similares. Lo mío no era ni de cerca
tan dramático; de todos modos me produjo una profunda conmoción y no pude
seguir leyéndolo.
--Pero papá, sos un exagerado.
--No es eso Nadia, es que me transportaba a situaciones que
viví. No eran ni tan raras ni tan especiales como las que describe. Fue la
sensación de desasosiego, del viaje, del ambiente, del factor humano, todo junto
me dolió. Fue como recibir una patada al hígado. Sí, me angustió y me dolió.
--Pensé que te iba a encantar. ¿Cómo te fue con los
relatos de Carver? Sé que no sos fan de leer traducciones pero acá no consigo
originales y eso que trabajo en una librería.
--Carver, sí, me lo devoré. Es otra cosa. No es un golpe
bajo como el de Kerouac, puede igualmente llegar a las tripas pero va por otro
camino. Mira ahora el campo, las suaves ondulaciones parecen olas y el viento
marca rizos como en el agua, estamos navegando en barco por el medio del océano
de soja –y agrego riendo-- ¡el nuevo océano santafesino tierra adentro!
--Sí, papi, ¡qué horrible! Toda esa soja para alimentar
cerdos en China. Es lamentable que comer cerdo en su actual prosperidad sea
sinónimo de éxito. ¿No sería más eficiente comer directamente los vegetales? --recalcó
Nadia, vegetariana desde su temprana adolescencia.
--Estuve leyendo algunos autores contemporáneos, me
enganché. Tienen gran estilo, la llamada escritura posmoderna.
--¿Ah, sí? Yo empecé con algo de lo que me recomendaste. Ese
Vilas está salado. ¿Te paso el sándwich?
--Dale, la mañana me abrió el apetito. Ojo, como en todos
los órdenes del arte lo que importa y trasciende es lo que se transmite, la emoción,
la conmoción como me produjo Kerouac.
--Es verdad papi; aun hoy Hemingway es tan moderno como
cualquiera. Como decís, usa una ametralladora con puntería y no desperdicia
balas ni en su prosa ni en sus diálogos; es fulminante.
--Cuando decidí en EEUU hacer el curso de literatura en
vez del de política y sociología de Herbert Marcuse me metí en camisa de once
varas. Sabes que nunca tuve facilidad para la literatura, sin embargo al
estudiar a Hemingway sentí que se me abría la cabeza. Otro grande fue Faulkner,
más complejo y menos ametralladora. Eran amigos, ¡se tomaban todo! Y
discrepaban también. Ya te conté que Faulkner era el gran admirado de Onetti.
Lo leía en un libro doble: de un lado el original, del otro la traducción al
castellano, así pudo ir entendiendo inglés.
--¿Te doy ya el jugo? He estado con textos de Wallace, ¡wooooow!,
¿qué te parece?
--Sí, dame; está muy buena la mezcla de durazno y
frutilla. Ay ay ay, David Wallace me gustó y me desconcertó al mismo tiempo. Parece
que uno no leyera un único Wallace, se muestra como varios escritores con muy
diferentes formas de expresarse, brillante. Muy loco y muy renovador también.
--Claro papá, más allá de la forma está lo que se dice o
sugiere decir.
--Mira Nadia, siempre que hablamos de literatura,
cualquiera que sea, me asoma a la mente el prólogo que agregó Faulkner a una
edición de 1953 de su famoso libro The
sound and the Fury. Cita a un tal Sienkiewicz, un polaco, ¿lo conoces? Había
declarado haber escrito con gran trabajo y considerable esfuerzo “to uplift men’s hearts”. Espero que lo
entiendas en inglés, si no tendré que reclamar al colegio bilingüe al que
fuiste para que me devuelvan lo que pagué. O sea, para mejorar, levantar, estimular el espíritu, ¿te gusta mi
traducción? Él pone heart pero traducir
espíritu me suena mejor que corazón aquí.
--Sí, conozco ese prólogo y no es la primera vez que me
lo recordás. Tengo clara tu máxima: si no
hay emoción no hay literatura; es más, no habría ningún hecho artístico.
Desde el Cantar del mio Cid hasta Infinite Jest de Wallace. No tendrás que
reclamarle a la directora del Colegio Inglés. Odié a esa vieja gorda desde
antes de la primaria hasta que me gradué. But I can read and speak English fluently. I even got a job in an American
call center. Eight hours of American Englishes; lo digo en plural pues
me hablaban con acentos tan raros que muchas veces tenía que pedir que me
repitieran lo que decían.
--Recuerda esto: Faulkner la tenía clara. Su alocución al
recibir el Nobel en 1950 gira en torno a lo mismo.
--¿Otro sándwich? Ya estoy con el mío de verduras, queso
y huevo, ¡qué delicia! ¿Cómo fue que dejaste de ser vegetariano? No me puedo
imaginar.
--No, aun no quiero otro. Es que finalmente me rendí ante
la tentación de la carne pero disfruté
las verduritas por 20 años. Ja,
ja, that’s a joke you cannot say in English. They have meat and flesh, quite
differentiated. ¡Para nosotros todo es carne! Ja ja, los gringos no captarían
jamás el doble sentido de la “tentación
de la carne”.
--Paa,
if you see a gas station stop that I have to go to the bathroom. Please,
please. Thanks.
Epílogo:
Faulkner terminó así su alocución al recibir el premio
Nobel en 1950: “… Yo creo que el hombre
no resistirá meramente: va a prevalecer. Entre todas las criaturas de la
naturaleza es inmortal no por el hecho de que tenga una voz inagotable sino
porque tiene un alma, un espíritu capaz de compasión, de sacrificio y de resistencia.
El deber del poeta, del escritor es escribir acerca de estas cosas. Es su privilegio
ayudar al hombre a resistir elevando su espíritu mientras le recuerda el coraje
y el honor y la esperanza y el orgullo y la compasión y la piedad y el
sacrificio que han constituido la gloria de su pasado. La voz del poeta, del
escritor no necesita ser meramente un registro del hombre, puede ser uno de los
elementos, de los pilares que lo ayudarán a resistir y prevalecer.”
Cierro: La literatura, aquella nueva, vieja o del medio,
si no apela al alma, al corazón como dijo Sienkiewicz, si no genera emociones y
si no conmueve dejará de ser tal y no podrá servir “to uplift men’s hearts (para
elevar el espíritu del hombre)”. No será literatura.
Valencia, 15 de junio de 2020.
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